Existen estándares por sesgos colectivos, ¿existiría la posibilidad de que no haya sesgo?, y si lo hay, quien decidiría cómo crear esa comunidad sin sesgo?, esto es a lo que se refiere el texto, el libro habla sobre la existencia de sesgos en todas partes, sobre esta autonomía epistemológica (donde hay una universalidad) que cuestiona la objetividad de la ciencia.
“La objetividad es una fantasía” como lo menciona la autora, la autonomía epistemológica es un tipo de barrera, porque cualquier tipo de ideología política o religiosa se va excluyendo en nombre de una “autonomía”.
Dentro de la ciencia, existen sesgos, y la autora lo discute ya que dentro del positivismo lógico existen valores, valores que van ligados a la pregunta de investigación, pero que la ciencia objetiva se encarga de eliminarlos a la hora de responder esa pregunta. Lo que intenta decir es que los valores siempre van a estar presentes pero que no todos son malos.
Además, defiende que no todo sesgo es malo, la presencia de un valor en la ciencia no la hace mala ciencia (definiendo como mala ciencia a aquella que presenta intromisión de los valores, y buena ciencia como aquella neutra de valores), con esto no quiere decir que quiera dejar a un lado a la objetividad.
Se dice que algo objetivo cuando ese algo describe tal cual es el mundo, la palabra como tal puede leerse como una relación entre una proposición y un sujeto que está inmerso en un mundo, es decir cómo percibe ese sujeto al mundo.
Posteriormente habla sobre dos tipos de objetividad: la objetividad débil donde la observación de una representación del mundo es desde una mirada de nadie, en la cual te excluyes del mundo; y la objetividad fuerte, donde te sitúas dentro del mundo, no necesitas ver desde la mirada de nadie para ver que puedes hacer.
Es por esta distinción que la autora hacer la invitación de situarnos en la posición de los subalternos, ya que permaneciendo ahí se puede estar más cerca de la realidad. Hay que mencionar que la autora nos deja en claro que todos en algún punto somos subalternos, aunque decide no entrar más en ese tema ya que sería difícil definir quién es más subalterno.
Por último, nos habla sobre la integración, que debería existir, de la perspectiva de los otros, sabiendo que la diversidad de puntos de vista es enorme y que por lo tanto los sesgos no pueden ser eliminados del todo.
Existen estándares por sesgos colectivos, ¿existiría la posibilidad de que no haya sesgo?, y si lo hay, quien decidiría cómo crear esa comunidad sin sesgo?, esto es a lo que se refiere el texto, el libro habla sobre la existencia de sesgos en todas partes, sobre esta autonomía epistemológica (donde hay una universalidad) que cuestiona la objetividad de la ciencia.
“La objetividad es una fantasía” como lo menciona la autora, la autonomía epistemológica es un tipo de barrera, porque cualquier tipo de ideología política o religiosa se va excluyendo en nombre de una “autonomía”.
Dentro de la ciencia, existen sesgos, y la autora lo discute ya que dentro del positivismo lógico existen valores, valores que van ligados a la pregunta de investigación, pero que la ciencia objetiva se encarga de eliminarlos a la hora de responder esa pregunta. Lo que intenta decir es que los valores siempre van a estar presentes pero que no todos son malos.
Además, defiende que no todo sesgo es malo, la presencia de un valor en la ciencia no la hace mala ciencia (definiendo como mala ciencia a aquella que presenta intromisión de los valores, y buena ciencia como aquella neutra de valores), con esto no quiere decir que quiera dejar a un lado a la objetividad.
Se dice que algo objetivo cuando ese algo describe tal cual es el mundo, la palabra como tal puede leerse como una relación entre una proposición y un sujeto que está inmerso en un mundo, es decir cómo percibe ese sujeto al mundo.
Posteriormente habla sobre dos tipos de objetividad: la objetividad débil donde la observación de una representación del mundo es desde una mirada de nadie, en la cual te excluyes del mundo; y la objetividad fuerte, donde te sitúas dentro del mundo, no necesitas ver desde la mirada de nadie para ver que puedes hacer.
Es por esta distinción que la autora hacer la invitación de situarnos en la posición de los subalternos, ya que permaneciendo ahí se puede estar más cerca de la realidad. Hay que mencionar que la autora nos deja en claro que todos en algún punto somos subalternos, aunque decide no entrar más en ese tema ya que sería difícil definir quién es más subalterno.
Por último, nos habla sobre la integración, que debería existir, de la perspectiva de los otros, sabiendo que la diversidad de puntos de vista es enorme y que por lo tanto los sesgos no pueden ser eliminados del todo.